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Miguel Ángel Herrera Moreno.
La Aventura, es la película que le valió el reconocimiento internacional a Michelangelo Antonioni, y es considerada una de las películas que marca la historia del cine moderno. En un primer momento, tuvo una pésima acogida, al ser estrenada en el Festival de Cannes, donde fue duramente criticada y abucheada. Tras una segunda proyección, quizá por el escándalo provocado al principio, una serie de críticos la revalorizó dándole un premio especial del jurado.
Me parece que el tema central, que Antonioni decidió presentar a través de esta película es: las relaciones humanas y su falta de comunicación. El director enfatiza con la construcción de los personajes y sus diálogos. Podemos apreciar la manera cómo, en varias secuencias, los personajes Claudia y Sandro se quedan completamente en silencio, mientras caminan por una habitación, o los exteriores de la gran isla blanca. En otros momentos, dentro de un diálogo completamente superficial, podemos tener un nivel de lectura, debajo del cual se ocultan los sentimientos reales de los personajes, aquellos que no pueden comunicar. Esto último es quizá, lo que más llamo mi atención de esta película.
Una cosa que me parece sumamente interesante en torno a la película, es que Antonioni fue participe del neorrealismo italiano, al haber trabajado como guionista, entre otras cosas, para directores de la talla de Roberto Rosellini. Pero, a diferencia del estilo neorrealista donde lo importante es filmar en las calles, no hacer uso de set, así como enfocar la mirada hacia las clases menos “favorecidas” del país; Antonioni enfoca su mirada y discurso en la clase burguesa italiana, haciendo un retrato cruel y una crítica, a esta clase acomodada, pues los personajes se muestran aburridos, vacíos, hipócritas y amorales.
En esta película, la construcción narrativa es un punto bastante atractivo. La aventura inicia con unos burgueses que realizan una excursión en yate. Tras horas de viaje, los tripulantes paran en una pequeña isla deshabitada, donde algunos desembarcan, entre ellos nuestro trío protagonista: Anna, Claudia y Sandro. Durante su estancia en la isla, Anna desaparece; es aquí donde encontramos un momento interesante, pues a pocos minutos (considerando que es una película larga), el personaje que pareciera principal, desaparece. Este momento en el film, me recordó un poco a Psycho de Hichcock, obra en la que ocurre algo similar, la protagonista desaparece a los treinta minutos de película.
Siguiendo con el análisis de la construcción narrativa de La aventura, el hecho es que nunca nos enteramos de lo que en realidad sucede con Anna. Para Antonioni, esto es una excusa para desatar la trama principal, al igual que hacía Hichock con Psycho. A partir de dicha desaparición, Claudia y Sandro comienzan a buscar juntos a su compañera. Pero detrás de esto, hay un sentimiento oculto que jamás expresan los dos personajes (recurso que le funciona a Antonioni para hacer énfasis en la falta de comunicación), y es que comienzan a tener una a aventura y, de manera simultánea, llevan a cabo la búsqueda de la amiga perdida.
Dicha relación se vuelve cada vez más culposa y densa, llegando al punto en que la secuencia del hotel, donde Claudia teme encontrarse a Anna, cambia todo. Claudia nos dice -ahora temo que aparezca por temor a perderlo-. Un punto importante que ayuda a esta construcción narrativa, donde ambos personajes se enamoran, pero algo raro se gesta en su interior, es la duración del film. Al ser tan larga y lenta esta película, se siente que el tiempo ha transcurrido y hace más verosímil el amor entre Claudia y Sandro, además de sus comportamientos extraños.
Quizá una de los aspectos que menos me gustó fue el final, en el que Claudia encuentra a Sandro con otra mujer y éste, asustado, se tapa en el vientre de la fémina, mientras Claudia se va. Finalmente se encuentran en la azotea del hotel y Sandro llora, provocando que Claudia le ponga la mano en la cabeza como símbolo de perdón. Me parece que, en este final, las reacciones son poco creíbles, algo mecánicas e inverosímiles; sobre todo, me es difícil creer y comprender el llanto final de Sandro, así como el perdón que le otorga Claudia. Sin embargo creo que esto también define muy bien la temática de la película; a pesar del engaño, el llanto y demás cuestiones que pudimos apreciar, ambos personajes se quedan callados, sin dar explicación de sus actos y sentimientos, cosa que enfatiza y resume muy bien, la falta de comunicación que quiso presentar el director.

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